Todos tenemos una historia que contar

Estos últimos meses han sido movidos para mi. 

Se publicó el libro por los 15 años de OMEU, “Historias vivas de mujeres inquietas” en el cuál narro mi historia, y por otro lado, el viernes pasado 8 de noviembre presenté, en la Universidad Católica mi libro “El arte de liderar: guía práctica para nuevos jefes”.

Hoy me quiero detener en este punto, el de nuestras historias, y las historias de los otros.

Solemos pensar que lo que nos pasa a cada uno es de cada uno,hasta que lo empezamos a compartir, a hablar, a escribir, y nos damos cuenta que todos transitamos por caminos semejantes. Vemos al otro en sus logros, y al mirar solo el resultado, damos por sentado que le fue fácil, que tuvo suerte, que alguien lo ayudó, y esto hasta nos puede llevar a un lugar de orfandad. Todo lo desafiante me ocurre a mi, solo a mi.  Y nos juzgamos como víctimas, y por lo tanto ponemos al otro en el lugar de victimario.

Cómo, como primer paso, amigarnos con nuestra historia. Nada de lo que nos ocurre es descartable, todo es valioso como experiencia vivida que nos da la posibilidad de aprender. Por supuesto que con el diario del lunes hay caminos que transitamos que no los hubieramos transitado, pero justamente ese diario se construye de haberlo caminado.

Y cómo, como segundo paso, compartir nuestra historia, desde un lugar de humildad y gratitud. Somos aprendices y maestros al mismo tiempo, entonces quizás algo de mi historia puede serle significativo a otra persona, y esa persona puede nutrirme a mi, mostrarme una posibilidad nueva que yo no había visto.

Contar nuestras historias para que otros puedan nutrirse, y escuchar reverencialmente las historias de otros para que me toquen el corazón, nos hace mas humanos.

¿Y tú, que historia tienes para contar?