¿Cuantas veces ponemos a la enfermedad como excusa?
A veces es real, y a veces la inventamos.
Vamos a una fiesta y no nos apetece comer lo que nos ofrecen, pero, salvo que digamos que estamos mal de estomago, o algo así, no nos aceptan un no por respuesta.
Me siento agotad@, me llené mi agenda de tareas y siento que un día es mas pesado que el otro, pero no puedo ir a decirle a mi jefe, o a mi misma si soy mi propia jefa que tengo que parar. Que voy a correr todo lo que tengo en la agenda para otro día y tomarme el dia libre. No esta bien visto, o me invade la culpa.
Y ahí nos enfermamos, porque el cuerpo dice BASTA, y en el fondo, hasta de una manera inconsciente le agradecemos, porque ahora el camino de parar es facil.
Nadie se va a enojar, y la culpa no me invade. La enfermedad nos sirve como una justificación maravillosa.
Lamentablemente la enfermedad esta naturalizada en la sociedad, entonces es la excusa perfecta.
¿Que pasaría si empezamos a escuchar nuestros propios ritmos?.
¿Ritmo de acción pero también de descanso, de repliegue?
¿La misma energía que le pongo a la acción, a decirle SI a la vida, la pongo en los NO que son saludables para mi?
No esperemos que la enfermedad “nos salve”.
El conocernos, conocer nuestros diferentes niveles de energía, los SI y los NO saludables van creando el camino para «salvarnos» a nosotr@s mism@s.