“Lo que arde cura”, decía mi madre, y te mandaba el iodofón en las heridas.
Pero la verdad es que, no nos gusta que nos arda. Soñamos con una vida soft, entre algodones, y que todo sea felicidad.
Y para eso empezamos a tirar para afuera todo aquello que nos duele, que nos arde.
Y nos anestesiamos.
Pero esa anestesia no es selectiva, y de a poco se adueña de todo, y es como una anestesia general, ya no sentimos ni lo que nos gusta, ni lo que no nos gusta.
Y en ese estado, caemos o en la inacción absoluta o en el exceso de cosas para hacer. Y es exactamente lo mismo.
Detrás de ambas actitudes está la falta de sentido, no sabemos que hacer o porqué hacemos lo que hacemos, y nos guiamos mas por las modas o por lo que los otros nos dicen o hacen.
El ser conscientes de nuestro SER, es un camino de piedras, pero también de flores.
De dias soleados y de tempestades.
SOMOS alegría, diversión, disfrute, y tambien SOMOS tristeza, miedos, inseguridades.
SOMOS todos los colores del arco iris.
Mírate al espejo, y date la bienvenida. Así, tal como SOS.
No tapes la herida con una bandita, dejala un poquito al aire libre, y que arda. Eso es señal de que ESTAS VIVA.