Soy una persona muy curiosa, todo me llama la atención y por lo tanto muchas veces me veo sumida en cursos, charlas, grupos, explorando caminos de los cuales me enamoro. Pero hay un instante donde paro, miro, y antes de volverme fanática de algo, vuelvo hacia mi y me escucho. Qué es lo que me resuena y deseo incorporar y qué es lo que no siento que sea para mi y lo dejo ir.
Alguien crítico podría decir, “bueno Margot, es una manera de no comprometerte con nada”, y quizás esta sea la sombra, lo que tengo que mirar, pero lo que yo valoro enormemente, y así lo trabajo con las personas que vienen a sesiones de coaching conmigo, es la búsqueda del camino propio.
Nuestra vida es nuestra, por lo que la tenemos que ir construyendo nosotr@s.
Me permito conocer lo nuevo, nuevos líderes, nuevas herramientas, nuevos grupos, modas que surgen, pero luego me conecto conmigo y hago mi propia síntesis. En algún momento quizás necesitamos seguir a alguien, por sus ideas, por su accionar, en otros momentos quizás nos sentimos cómodos formando parte de grupos con un propósito determinado, pero siempre es importante, mirarnos, escucharnos, y chequear si ese es nuestro camino. O quizás en un momento lo es, y luego ya no, y así, con el mismo entusiasmo con el que nos unimos y aportamos lo mejor de nosotr@s, agradecer los aprendizajes y salir de allí.
En un mundo globalizado, la oferta de cursos, caminos, grupos, doctrinas, etc., es enorme, y es por eso que, cada vez urge más estar conectados con nosotr@s mism@s y crear nuestra propia hoja de ruta.
¿Qué opinas?